Opinión | Editorial

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Una moción de censura necesaria

La iniciativa de Sánchez fuerza a la oposición a tomar una decisión:mantener o no a Rajoy en el poder

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez en dos imágenes de archivo.

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez en dos imágenes de archivo. / periodico

Una frase de la sentencia del 'caso Gürtel' es la que mejor resume la gran crisis que vive el Gobierno de Mariano Rajoy: el PP formó parte de un "auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional". En cualquier democracia digna de tal nombre, el Ejecutivo sustentado por un partido que formara parte de un "sistema de corrupción institucional" no podría seguir en ejercicio ni un minuto más, y su presidente habría dimitido de inmediato, sobre todo si, además, en la sentencia se afirma que el tribunal desconfía del testimonio del líder del Ejecutivo durante el juicio. El sentido común del que tanto habla Rajoy dictamina que es imposible mantener la confianza en un Gobierno en estas condiciones.

Pero estamos hablando del PP y de Rajoy, así que ganar tiempo y que no suceda nada es justamente su estrategia ante el tremendo varapalo que supone la sentencia de la trama de la 'Gürtel'. No hacer nada a ver si el tiempo y la propaganda logran que amaine la crisis. No hacer nada a ver si la oposición se equivoca, se cuece en su propio jugo, implosiona por sus propias contradicciones. No hacer nada con el argumento de que hacer algo pondría en riesgo la recuperación económica y debilitaría al Gobierno (y con él, al Estado) en pleno conflicto con el independentismo en Catalunya.

Tancredismo

El problema para el PP es que el tancredismo presidencial esta vez no es una solución ante la magnitud de la crisis. Es por este motivo que es acertada la decisión del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, de presentar una moción de censura. Sánchez se ha movido en solitario, sin pactar con los otros grupos de la oposición y sin garantías de éxito, pero de esta forma ha evitado justamente entrar en la dinámica diletante que tantos réditos suele darle a Rajoy, y que esta vez el país no puede permitirse. El planteamiento de Sánchez es claro: no busca un pacto imposible entre el agua (Unidos Podemos) y el aceite (Ciudadanos), y no entrará en un regateo político con los partidos nacionalistas catalanes en pleno conflicto con el independentismo. Sánchez ha planteado como objetivo desalojar a Rajoy de la Moncloa y sustituirlo por un Gobierno del PSOE con el compromiso, sin fecha, de convocar elecciones. La oposición debe elegir, pues, entre mantener a Rajoy en el poder o no. Sin Ciudadanos, el PSOE necesita a Unidos Podemos (que da apoyo a la moción), ERC, PDECat y PNV. Con la fuerza naranja, no harían falta los votos de los nacionalistas vascos y catalanes.

La moción de Sánchez pretende, también, retratar a Ciudadanos. Ante la disyuntiva de apuntalar a Rajoy, contradiciendo su propia retórica anticorrupción, o empoderar a Sánchez, convirtiéndolo en el rival electoral a batir, Albert Rivera ha optado por el camino de en medio: dar tiempo al presidente para que anticipe las elecciones, hipótesis ya rechazada por este. El problema es que Cs carece de apoyos para promover una moción de censura al solo objeto de llamar a las urnas, y nada indica que, de fracasar Sánchez en su envite, Rajoy vaya a variar de criterio. Más bien al contrario.

España plurinacional

Los nacionalistas catalanes, por su parte, tienen ante sí un reto y una oportunidad. El discurso independentista oficial personaliza en Rajoy todos los males de la España con la que quiere romper. Fueron Rajoy y el PP los que alimentaron el independentismo, primero con su boicot al Estatut y después al cerrarse al diálogo en los albores del 'procés'. La actual crisis institucional, el 155 y el mantenimiento de políticos catalanes en prisión preventiva responden a la estrategia gubernamental de judicializar un conflicto de índole política. Tienen ERC y el actual PDECat la posibilidad de poner fin al Gobierno de Rajoy y abrir un nuevo tiempo político. Sánchez ha sido implacable ante la deriva independentista, y el PSOE apoyó el 155, pero también defiende una España plurinacional. Ahora, el independentismo debe demostrar si, más allá de la propaganda, en verdad cree que el PP y el PSOE son lo mismo.

No será fácil que Sánchez logre sacar adelante la moción de censura, y si lo logra es una incógnita en qué condiciones podría gobernar, pero la gravedad del momento requería una decisión de este tipo y que todo el mundo se pronuncie. Ganar tiempo es un lujo que solo Rajoy puede permitirse.