SOLUCIÓN EXTREMA

"He comprado el piso de un traficante para poder echarlo de casa"

Harto de la "inseguridad y los trapicheos", un vecino de Rubí ha adquirido la vivienda de al lado de su piso para poder desahuciar a un 'okupa' "conflictivo"

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Anna Rocasalva

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“No sé si he hecho lo correcto o he cometido una auténtica locura, pero ya no podíamos más”, sentencia J.F, un vecino de Rubí, que prefiere no revelar su identidad por temor a “represalias”. Este padre de familia ha llevado hasta las últimas consecuencias el refrán de “a grandes males, grandes remedios”, para poder poner punto y final a una ‘okupación’ que se ha convertido, asegura, en una “pesadilla que ha durado demasiado”.

Harto de que las autoridades “no hagan nada”, este vecino de Rubí confiesa a EL PERIÓDICO que ha comprado la vivienda ‘okupada’, colindante a la suya, para poder echar a un inquilino “conflictivo” que se dedica al “tráfico de marihuana”. “Firmamos la hipoteca del nuevo piso en abril y este verano hemos interpuesto la denuncia correspondiente como propietarios. Ahora sólo espero que la justicia actúe”, resume.

El vecino asegura tener "pruebas" del tráfico de drogas, que ya han sido remitidas a los Mossos

Fuentes de los Mossos d’Esquadra confirman que los hechos “han sido denunciados” y que la Oficina de Relaciones con la Comunidad está haciendo “el seguimiento del caso”, aunque los agentes descartan una plantación de marihuana en el edificio. Por su parte, el vecino asegura “tener pruebas del tráfico de drogas, que ya han sido remitidas a la policía”.

Cinco años atemorizados

La pesadilla de este rubinense y su familia empezó hace cinco años. “Nos llamó un vecino para decirnos que habían ocupado la vivienda de al lado, la que queda puerta con puerta con la mía, y que los ‘okupas’ estaban saltando de balcón en balcón”, explica. “Avisamos a los Mossos que nos comunicaron que no podían hacer nada porque ya se había pasado el plazo de ‘X’ horas de la ocupación”, lamenta. 

Según J.F., la vivienda ocupada era propiedad de Cajamar Caja Rural y llevaba tiempo vacía. “No estoy de acuerdo con la ocupación pero si es una familia vulnerable se entiende. Pero no es el caso. Son una panda de salvajes. El ‘okupa’ es una persona de origen dominicano, que va con muchas mujeres y luego tienen enganchadas brutales”, explica. 

Una de estas peleas se produjo una noche a las cinco de la mañana cuando se presentó una expareja del dominicano, martillo en mano, y se puso a “destruir puertas y paredes”. “La mujer le tiró la ropa y la PlayStation por el balcón, los gritos eran insoportables. Los Mossos han tenido que venir un montón de veces y nada”, denuncia el vecino. 

“Durante el confinamiento, las fiestas y la música a todo volúmen eran el pan nuestro de cada día. Además, la comunidad estamos hartos de tener que pagar los desperfectos, ya que cada dos por tres revientan la puerta de la entrada, pintan las paredes y rallan el interfono. Es horrible”, expresa.

Tráfico de drogas

Pero lo peor de todo para este padre de familia es el tráfico de drogas que asegura que se produce al otro lado de su puerta. “El ‘okupa’ se pasea con bolsas industriales llenas de cogollos de marihuana, y el olor era asfixiante hasta que instalaron un extractor porque ya se delataban demasiado”, lamenta. 

“Los ‘clientes’ pican a todas horas para comprar droga, por eso revientan la puerta, para no tener que bajar a abrirles”, describe el rubinense. “Además, tenemos miedo por si se declara un incendio porque, por supuesto, la luz está pinchada”, denuncia J.F. 

El 'okupa' amenazó al vecindario con meter en el piso a gente "mucho peor que él"

Para más inri, el vecino declara que, a veces, hay niños viviendo en el piso ocupado. “¿Dónde está la Fiscalía de menores?”, se pregunta. 

Medidas desesperadas

J.F. explica que compró su vivienda en plena burbuja inmobiliaria, hipotecándose casi “de por vida”. Ahora su piso no vale ni el 50% de lo que pagó por él y no puede venderlo para recuperar el dinero. 

“Estuve pensando en ello durante mucho tiempo. Tenía claro que el banco no iba a echar al ‘okupa’ del al lado y nosotros no podemos irnos”, dice. “Uno de los días que llamamos a la policía, el hombre nos amenazó con meter a gente mucho peor que él en el piso, y ya no pude más”, sentencia. “Preferí volver a hipotecarnos que tener que vivir así cada día”, lamenta.

Así pues, este padre de familia ha comprado el piso del ‘okupa’, rehipotecando su propia vivienda, para tener una oportunidad de desahuciar a este inquilino conflictivo, confiesa a este diario. “Cuando las autoridades dicen que ‘te entienden pero que no pueden hacer nada’ lo único que te queda es tomar medidas desesperadas. El tiempo dirá si hemos hecho lo correcto”, concluye.

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