EUROCOPA 2024

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Editorial MARCA: Morata somos todos

Álvaro Morata, en un entrenamiento.
Álvaro Morata, en un entrenamiento.EFE
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En los últimos días, Álvaro Morata ha sido víctima de todas las burlas por su poco acierto de cara al gol, el estigma que obsesiona a los delanteros, un puesto sin medias tintas, sin grises, donde eres un Dios o un villano. O las dos cosas a lo largo de un partido, proclive a profundos análisis de los aficionados en general que no resisten más de 30 segundos.

En un país donde la mayoría del tale

nto se concentra en el humor
y la exigencia se centra exclusivamente en el prójimo, sin apenas exámenes de conciencia, era de prever el enseñamiento, lo que, por otro lado, habla bien de la fortaleza psicológica del delantero de la Juventus que ahí sigue dando la cara, peleando cada balón y asumiendo la responsabilidad de tirar penaltis llegado el caso.

Pero no se engañen. Póngase delante de un espejo
y se verá reflejado en él. El periodista que ha redactado este editorial comete fallos, algo inherente al ser humano. Usted, como Álvaro, ha fallado alguna vez también. O cada día. Y seguramente no sólo ha cometido errores en su trabajo. Los ha arrastrado luego en conducta hacia otros ámbitos de la sociedad. A su familia. A perder los papeles. A gritar a compañeros. En eso Morata es mejor que usted. Que se come el marrón en silencio.

Es abominable escuchar que un fallo en un campo de fútbol
se haya traducido en deseos de muerte de sus hijos como denunció en El Partidazo de COPE. O bullying a niños de seis años. ¿Qué será lo siguiente? Desgraciadamente la historia del fútbol está repleto de amenazas por fallos. Y, no se olvide, también hubo un muerto: Andrés Escobar.

El fútbol puede ser un galvanizador de pasiones,
pero también hay límites. Hace más de un lustro, en Sudamérica, se hizo famosa una frase que decía que "un país que exige más a un futbolista que a sus políticos está abocado a la mediocridad". Ahora, adaptándolo al caso de Morata, si la sociedad española se exigiese la mitad de lo que se le pide al 9 de La Roja, este país se saldría del mapa.

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