LOS DISCOS DE LA SEMANA

Crítica de 'The slow rush', de Tame Impala: placer culpable

Kevin Parker, líder de Tame Impala, en una imagen promocional

Kevin Parker, líder de Tame Impala, en una imagen promocional / periodico

Jordi Bianciotto / Juan Manuel Freire / Ignasi Fortuny / Roger Roca

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Compositor y productor al que se han acercado figuras del gran ‘show business’ como Lady Gaga, Rihanna y Kanye West, el caballero Kevin Parker representa un punto de encuentro entre el pop y la exploración sónica, con la dinámica liviana y bailable, por un lado, y el punto de fuga con vistas al cosmos en otro. Una ecuación que, cuando ha cruzado sus ingredientes con mayor inspiración, en temas como el popular ‘Let it happen’ (de su anterior álbum, ‘Currents’, 2015), ha propulsado a Tame Impala como atracción festivalera por excelencia (en Barcelona, sin ir más lejos, donde sus tres visitas han tenido como marco el Primavera Sound).

Los sucesivos ‘singles’ lanzados en el 2019, encabezados por la ahora descartada ‘Patience’, nos confirmaron que Parker se ha idodecantando hacia el lado más pop y algodonoso de la vida. Sí, las capas de sintetizadores ganan la partida a las guitarras eléctricas con distorsión, y los estribillos ‘cuquis’, al senderismo abrupto. ‘The slow rush’, cuarto álbum de este grupo australiano de un solo miembro llamado Tame Impala, acentúa la tendencia ya observada en ‘Currents’ y nos suministra una entrega XXL de pop bonito y ensoñador, que quiere ser a la vez aventurero y sexi.

La canción y la inmersión

Se supone que hoy en día manda el canon del álbum corto, pero hay tantas excepciones que la regla entra en crisis: ‘The slow rush’trepa hasta los 57 minutos, una larga secuencia de canciones que pueden funcionar por separado o como experiencia sónica global a través del pórtico de ese ‘One more year’ envolvente y apaisado, de sintetizadores centelleantes y voces con efectos robóticos ochenteros. Van más al grano los logros que le siguen: ‘Instant destiny’, que arranca sin rodeos con el estribillo, ese ‘Borderline’ sustentado en un piano saltarín que haría sonreír a Roger Hodgson (no es el único eco de Supertramp: ‘It might be time’ arranca como ‘The logical song’), y el receso melancólico de ‘Posthumous forgiveness’, no muy lejos del desamparo celeste de Air y con un desarrollo con desvíos prog-rock.

‘The slow rush’ es un álbum concebido para que te acomodes en él y dejes hacer, con mucho trazo de color pastel, el ya contrastado falsete de Parker y secuencias rítmicas ingeniosas. Ahí están el brote de ‘disco’ de ‘Breathe deeper’, digno de Daft Punk, los vestigios de Michael Jackson en ‘Lost in yesterday’ y el galope de ‘Is it true’. En esa identidad más pop que rock (con la excepción de la espesa pieza final, ‘One more hour’) ha encontrado Parker un lugar confortable en el que vivir, meditando sobre su circunstancia de hombre casado,atendiendo al paso del tiempo (repetidas alusiones a años, horas, mañanas y ayeres) y suministrándonos así una entrega de música agradablemente volátil, con poderes para alimentar la sensación de placer culpable. Jordi Bianciotto


OTROS DISCOS DE LA SEMANA

El dúo formado por Alaina Moore y Patrick Riley sigue a su aire, es decir, cultivando un pop elegante y retroactual que puede afectar tanto al corazón como a, suavemente, los pies. Equidistante del minimalismo 'groovy' de Love Apple y la emoción melódica de Carpenters, el feliz matrimonio (escuchen 'Matrimony II') parece empeñado en hacer de este un mundo mejor; disimular el feísmo con canciones desvergonzadamente bellas. Mientras suena algo como 'Need your love', nada malo existe. Juan Manuel Freire

El grupo mallorquín enfatiza su trazo limpio, abriendo espacios y destilando dinámicas, y cultiva a la vez el halo imprevisible, con giros imaginativos y un ingenio poético que hace de las canciones menos inofensivas de lo que parece. Jordi Matas (El Petit de Cal Eril, Ferran Palau) los acompaña en su pop dulcemente excéntrico. J. B.

La banda pionera del trap en catalán vuelve, después de un periodo de inactividad, sensiblemente más madura. Sin perder la espontaneidad y las rimas sencillas y estrafalarias, el grupo denota nostalgia de aquel electrizante inicio del género a la vez que reivindica su posición. Un disco versátil bien dirigido desde la producción a cargo de Marvin Cruz. Ignasi Fortuny

Un montón de invitados, mucho rap y grooves al alcance de muy pocos. 'Fuck yo feelings' ("que le den a tus sentimientos"), es más mixtape de hip hop que álbum de jazz. Toca asuntos serios -sexismo, racismo- y contiene dardos potentísimos (ojo con 'Endangered black woman') pero también jams que no van a ningún lado. Irregular pero brillante a ratos. Roger Roca